En Vivo

                                               

martes, 24 de mayo de 2011

PRIMEROS ELEMENTOS DE UNA DOCTRINA MISTICA JUDIA



En un intento de reseña de la historia del misticismo judío hemos recordado en páginas anteriores algunas expresiones de este misticismo. Fuera de ellas, se ha de mencionar una doctrina mística judía en el período talmúdico. En el Talmud se habla de ciertas en¬señanzas místicas, se incluyen leyendas y referencias a escuelas, gru¬pos e individuos a quienes se atribuye tal doctrina. En diversos pa¬sajes aparecen enseñanzas místicas en las cuales a los místicos se los llama ''conocedores de la Gracia". En el Talmud se mencionan nombres de poseedores de una doctrina mística que son a la vea autoridades en materia de ritual. Leyendas que aparecen en el Tal¬mud se relacionan con el misticismo de la Mercaba (Carroza o Carro Celestial).

El Séfer Yetsirá (Libro de la Formación o Libro de la Creación) es un texto de sobresaliente importancia en el desarrollo del misti¬cismo judío. Para Gershom G. Scholem, "la existencia de tendencias especulativas gnósticos en la inmediata vecindad del misticismo dé¬la Merkabá tiene su paralelo en los escritos agrupados juntos bajo el nombre de "Maaseh Beresehit" (misticismo de la Creación). Entre esos escritos se incluye un documento que a juicio de Scholem re¬presenta ''un enfoque teorético de los problemas de cosmología y cosmogonía". Para Scholem es evidente la vinculación del Sefer Yet¬sirá o Libro de la Creación, por lo menos en cuanto al estilo y el len¬guaje, con la literatura de la Merkabá, del misticismo de la Carroza Celestial. En extremo breve, su texto, de unas seis páginas de un libro de tamaño corriente, constituye la primera composición de un trabajo científico en idioma hebreo. Distintos historiadores le han asignado diferentes fechas de composición. Para Scholem. su texto original fue redactado entre los siglos tercero y sexto de la era co¬mún; probablemente se hicieron en él algunas interpolaciones en épocas posteriores.
El Séfer Yetsirá, es, a un tiempo, el más antiguo tratado cientí¬fico en lengua hebrea y el rríás temprano estudio de la doctrina mís¬tica judía. Contiene gérmenes de un sistema fonético hebreo. El tema central del libro —se trata, insistimos, de un breve opúsculo— es la formación del mundo "en treinta y dos maneras de sabiduría representada por las 22 letras del alfabeto hebreo y los diez números de la primera decena que se llama Sefirot". El acto de creación también es diseñado con una suerte de emanación de una entidad suprema, el Espíritu de Santidad. Tratándose de una doctrina que atribuye sobresaliente importancia a los sonidos no es extraño el hecho de que el elemento central sea el aire. De éste brota el fuego como base del mundo celestial. A su turno, el agua es la base del mundo material. El segundo campo principal del más temprano misticismo judío, el de la Merkabá, está ligado con el primer capí¬tulo del libro de Ezequiel.
El Libro de la Creación termina con estas líneas: Tres cosas están en poder del hombre (las manos, los pies y los labios), tres cosas no están en poder del hombre (los ojos, las orejas y las ventanas de la nariz). Hay tres cosas penosas de oír: la maldición, la blasfemia y la mala noticia; hay tres cosas agradables de oír: la bendición, la alabanza y la buena noticia. Tres miradas son malas: la mirada del adúltero, la mirada del ladrón y la mirada del avaro; tres cosas son agradables de ver: la mirada del pudor, la mirada de la franqueza y la mirada de la generosidad. Tres olores son malos: e1 olor del aire corrompido, el olor del viento pesado, el olor de los venenos; tres olores son buenos: el olor de las especias, el olor de los festines y el olor de los aromas. Tres cosas son malas para la lengua: la habla¬duría, la calumnia y la hipocresía; tres cosas son buenas para la len¬gua: el silencio, la reserva y la sinceridad".
En otro párrafo se declara: "Y cuando Abraham, nuestro padre, lo hubo comprendido, imaginó, combinó, escudriñó y pensó, y todo aquello le salió bien. Elohim se le reveló y le aplicó el versículo:
Antes de haberte formado en el seno (materno) te he conocido, y antes de que hayas salido del vientre te he santificado, te he puesto como profeta entre las naciones: (Elohim ) hizo (de Abraham) su ami¬go y celebró una alianza con él y con su posteridad".
El Séfer Yetsirá es un eslabón entre el misticismo judío más an¬tiguo y la Cabala propiamente dicha. En sus escasas páginas apa¬recen, en forma rudimentaria, la doctrina de la Emanación y la afirmación del poder místico de las letras del alfabeto hebreo. Una de sus tesis principales es que entre Elohim y el mundo hay diez Sefirot (Emanaciones, elementos creadores) que son la base de toda exis¬tencia. Ellas comprenden las tres emanaciones primarias que pro¬ceden del Ruaj de Elohim: 1) el aire espiritual, 2) el agua primaría; 3) el fuego.

Otras seis son las tres dimensiones (altura, largo y ancho) extendidas a Derecha y a Izquierda. Estas nueve, junto con el Ruaj de Elohim, forman las diez Sefirot, que son eternas. Las tres pri¬meras son los prototipos ideales de la Creación que se hicieron po¬sibles una vez producido el espacio infinito, representado por las otras seis ''Sefirot".
G. H. Box observa que "mientras los tres elementos primarios constituyen la materia de las cosas, las veintidós letras del alfabeto hebreo constituyen su forma. Las letras oscilan de cierta manera en el límite entre el mundo espiritual y el mundo físico, pues la exis¬tencia real de las cosas sólo es cognoscible por medio del lenguaje, es decir, de la facultad humana de concebir pensamientos. Como las letras resuelven el contraste entre la materia y la. forma de las cosas, representan la. actividad solucionadora de Elohim; pues todo lo que es, existe a causa de los contrastes que encuentran su solución en Elohim. Por ejemplo, entre los tres elementos primarios, los con¬trastes entre el fuego y el agua desaparecen en el Rúaj, (Espíritu), que es ''aire" o ''espíritu" (aire espiritual).

Sí se habla de Cabala es oportuno señalar que no todo misticis¬mo judío es Cabala. Acaso convenga también hacer notar que no toda Cabala es misticismo judío. El nombre Cabala (Cabala en he¬breo) aparece por primera vez, en el siglo XI, en un escrito del poeta y filósofo Schlomó Ibn Gabirol. Su empleo se difundió a partir del siglo XIV. En hebreo el vocablo Cabala significa "tradición" y "aceptación". Tal vez se lo empleara para expresar "tradición acep¬tada". Hay razones para pensar que la Cabala tiene a sus espaldas una tradición mística judía. Negarlo importaría, en cierto modo. sostener que la Cabala nació y se desarrolló bajo la influencia de. factores extraños al judaismo. Esta era precisamente la opinión del historiador Heinrich Craetz. Hubo quienes intentaron vincular el Seter Yetsirá y el desarrollo inicial de la Cabala con la llamada Gnosis. Se ha de reconocer que hay en común entre la Gnosis y Cabala los siguientes elementos: la importancia asignada a la luz y sus ema¬naciones, la doctrina gnóstico de los eones que guarda alguna seme¬janza con la doctrina cabalística de las Sefirot y el misticismo de letras, que desempeña en la. Gnosis un papel secundario.
Se ha intentado sostener que la concepción de la Cabala en su aspecto emanatista remonta al neoplatonismo de Proclo. La tesis podría tener algún asidero si no mediara el hecho de que la doctrina de las "Emanaciones" en la Cabala tiene antecedentes en el misti¬cismo judío anterior al advenimiento de la filosofía neoplatónica de Plotino y Proclo. Por otra parte, se ha de señalar que algunos de los elementos del misticismo judío sólo alcanzan su madurez en la Ca¬bala medieval, especialmente en el Zohar. El centro original del conocimiento místico judío se hallaba en Erets Israel. El misticismo de la Creación, el del Carro Celestial y el del Nombre de Elohim se relacionan directamente con el idioma hebreo y la Biblia. Seguramen¬te de la Tierra de Israel llegaron a Alejandría elementos místicos ju¬díos. De Alejandría regresaron trayendo consigo elementos filosófi¬cos griegos después de haber influido en el pensamiento de origen helenístico.
La ulterior transferencia paulatina del centro del judaísmo y de los estudios judíos a Mesopotamia, naturalmente llevó consigo la tradición judía. Luego, de Bagdad se trasladó, por primera vez. a Europa.
La enseñanza del misticismo se efectuaba junto con la del Tal¬mud. Este era un método practicado por la familia Kalonymides. Esta familia se estableció primero en Lucca y luego emigró a la Renania, donde influyó en la fundación del llamado "Jasidismo alemán". Aún antes de que ello ocurriera, el misticismo judío era conocido en Italia. Ya en el siglo X Sabetai Donólo compuso, en ese país, un comentario sobre el Séfer Yetsirá. Aparecieron cantos sinagogales en los que se percibía la influencia del misticismo del Carro Celestial. Hasta en la Cabala posterior se advierte la presencia de elementos místicos del Oriente. Así, se comprueba la unidad fundamental de la doctrina mística judía a pesar de la diversidad de tiempos y lugares en que se fue manifestando. En sus ámbitos europeos al comienzo no se producía cambio alguno, pero gradualmente fue exhibiendo rastros de influencia europea, española, provenzal y alemana. La Cabala que empezaba a difundirse carece de la congruencia propia de un sistema filosófico. Ella es una combinación de filosofía, mis¬ticismo y tradición. A los adeptos y cultores del misticismo judío se los llamaba ''los que conocen la Gracia de Elohim"; algunas veces, en distintas épocas, se los llamaba "los portadores del secreto", "los estudiosos del conocimiento profundo".
En la historia de la Cabala en Europa en los siglos XI, XII y XIII se encuentran numerosos escritos anónimos. También se en¬cuentran nombres mencionados con respeto. Diversos escritos de ese período no llevan nombre de autor. En algunos casos se puede con¬jeturar mas o menos certeramente los nombres de los autores.

0 comentarios:

Publicar un comentario